EXPERIENCIAS LITERARIAS EN LA INFANCIA
A través de la historia, la literatura ha sido concebida de distintas maneras según las ideologías y preocupaciones de cada época; así mismo, su enseñanza o promoción ha tenido fines diversos que han podido coexistir en tiempos y espacios, y de los cuales algunos pueden mantenerse aún vigentes. Algunas de las funciones encomendadas a la literatura, específicamente hablando sobre la dirigida al público infantil, han tenido que ver con:
- La nutrición de un espíritu culto, como práctica preponderante entre las clases sociales altas, en donde la lectura de obras consideradas como clásicas brinda cierto estatus al lector.
- La formación moral, con la cual se busca promover lecturas edificantes, que impulsen valores, normas de comportamiento, de urbanidad, buenos modales, etcétera.
- El apoyo a la enseñanza de la lectura y la escritura, para lo que la literatura se utiliza como contexto, con actividades en donde prevalecen fines pedagógicos como el reconocimiento de letras, conciencia de lo impreso, mecánicas de lenguaje, entre otros asuntos. Este apoyo a la enseñanza no es exclusivo de la lengua escrita, sino que la literatura es también utilizada como mediadora de otros aprendizajes y temas como los colores, los números, figuras geométricas, entre otros contenidos comúnmente abordados en la etapa infantil.
- La recitación o dramatización de obras para el divertimento de espectadores en espacios culturales dentro o fuera de las escuelas. En la costa Caribe colombiana, por ejemplo, es aún muy común los “actos cívicos culturales” en los que los estudiantes presentan ante un público conformado por otros estudiantes, docentes, directivos y familiares recitales de poemas, dramatizaciones teatrales, entre otras manifestaciones que se consideran artísticas.
Otra visión sobre el acercamiento de niños y niñas a la literatura, que se ha mantenido en el tiempo, tomando cada vez más fuerza, es aquella en la que ésta se concibe como experiencia, entendiendo por experiencia, como lo definen Brito y otras (2010)
«aquellos acontecimientos singulares que nos acontecen y nos transforman como sujetos, nos vuelven otros; acontecimientos que dejan huella, marca, que nos conmueven, y nos permiten decir, que, a partir de ellos, somos otros ” (p.26).
La literatura vista como experiencia en la infancia tiene entonces unos propósitos distintos a los didácticos, adoctrinantes o utilitaristas, y busca, en cambio, que los niños y las niñas transiten con todos sus sentidos por el universo de las palabras, para una interacción y un deleite desde lo estético, y la sensibilidad humana que los textos pueden suscitar cuando se tiene una vivencia que conmueve, que deja huella. Emilio Lledó nos ofrece una idea al respecto de esta mirada de la literatura:
«La creación de un lenguaje interior del que emerge la literatura, la consolidación de una estructura mental, el cultivo del pensamiento abstracto que es esencialmente lenguaje, la lucha por recrear continuamente en torno a los principios de verdad, justicia, libertad, belleza, generosidad, todo eso marca el camino del progreso y de convivencia. Y esto es, a su vez, cultivo y cultura de las palabras, revisión del inmenso legado escrito, que no es otra cosa que pensar con lo pensado, desear con lo deseado, amar con lo amado; en definitiva, soñar los sueños de las palabras, que duermen en el legado de la tradición escrita, de la tradición real, y que al soñarlas las despertamos y, al tiempo que las despertamos, nos despertamos nosotros con ellas.» (1994, p. 11)
Desde esta perspectiva, las experiencias literarias en la infancia buscan ofrecer espacios para la construcción de sentido que involucra tanto la experiencia individual como la conciencia de colectividad, como seres que habitan y construyen sociedad. La promoción de esta mirada sobre la interacción entre literatura e infancia puede propiciarse a partir de prácticas como el disfrute de textos de tradición oral, espacios de lectura en voz alta y lectura compartida de textos literarios, escenarios para la creación literaria, y otros en los que los niños y las niñas tengan la oportunidad de asumir comportamientos lectores como lecturas libres, intercambio de libros, recomendación de textos, comentarios sobre los textos leídos, entre otros.
Para que la literatura constituya una experiencia para los niños y las niñas es importante, entonces, dar espacio en su cotidianidad, en la casa, en la escuela, en la comunidad, a diversas manifestaciones orales como los juegos, adivinanzas, chistes, anécdotas, refranes, rimas, trabalenguas, leyendas, cuentos populares, poemas; al tiempo que se propician encuentros con la palabra escrita a través de la disposición de material impreso que les permita una manipulación constante, espontánea, autónoma del objeto libro; al igual que mediante la lectura en voz alta en escenarios de disfrute, de comunicación afectiva, que promueva la construcción de sentido; todo lo cual, como lo expresa Teresa Colomer (2010) “permite establecer una mirada distinta sobre el mundo, ponerse en el lugar del otro y ser capaz de adoptar una mirada ajena, distanciarse de las palabras usuales o de la realidad en la que uno está inmerso y verlo como si se contemplara algo por primera vez”(p. 19). ¡Y eso es toda una experiencia!
REFERENCIAS
BRITO, A et al (2011) Lectura, escritura y educación. Homo Sapiens Ediciones.
Santa Fe – Argentina.
COLOMER, T. (2010) La literatura infantil en la escuela. En La formación docente en alfabetización inicial literatura infantil y didáctica – Instituto Nacional de Formación Docente 2009- 2010.
LLEDÓ, E., (1994) La voz de la lectura. En CLIJ, Cuadernos de literatura infantil y juvenil, 63.